 Tengo
un par de años trabajando, indirectamente, para el labor center de UCLA. He
podido hacer trabajo de activismo de forma más o menos estructurada y me
gustaría poder meterle más tiempo pero a esto le tengo que sumar las clases que
imparto de lengua y de arte, y bueno, la tesis. Lo que sí puedo decir es que el
activismo es un trabajo dificilísimo y que las personas que mejor lo hacen
son empujadas por  un motor de combustión interna
que se nutre de un coctel-combustible muy interesante: ira causada por la
injusticia, no enojo, ira; ego, pero eso está en el combustible de todos;
memoria, mucha memoria, muscular, histórica, personal y colectiva; claridad, a
pesar de lo complejo de todo problema pueden ver claramente la injusticia y
cómo intentar resolverla. Seguro este coctel tiene otros ingredientes, lo que sí
es que este combustible les dura horas y horas, días y días, meses, y cuando se
les acaba llegan a un paro profundo, una cama fría y se cubren con capas y
capas de cobijas y cada cobija es una injusticia contra la que lucharon y
contra la que no pudieron y estas cobijas pesan y no se pueden mover porque
entienden que el frío viene de adentro. Están ahí, aislados, apagados hasta que
el tanque se llena lentamente, también desde adentro y vuelven a salir de bajo
sus cobijas y los volvemos a ver radiantes, marchando a la punta, iniciando la
consigna desde alguna esquina, hablando, organizando. Los vemos en acción y
entendemos, rápido y tristemente, que ese combustible no nos tocó y que somos
esos que pasan los vasos de agua en el público al costado de la maratón, esos
que repiten la consigna, mal al principio y luego con más y más fuerza, hasta
que se logra el estruendo que necesitamos para que algún día cambien las cosas.
Tengo
un par de años trabajando, indirectamente, para el labor center de UCLA. He
podido hacer trabajo de activismo de forma más o menos estructurada y me
gustaría poder meterle más tiempo pero a esto le tengo que sumar las clases que
imparto de lengua y de arte, y bueno, la tesis. Lo que sí puedo decir es que el
activismo es un trabajo dificilísimo y que las personas que mejor lo hacen
son empujadas por  un motor de combustión interna
que se nutre de un coctel-combustible muy interesante: ira causada por la
injusticia, no enojo, ira; ego, pero eso está en el combustible de todos;
memoria, mucha memoria, muscular, histórica, personal y colectiva; claridad, a
pesar de lo complejo de todo problema pueden ver claramente la injusticia y
cómo intentar resolverla. Seguro este coctel tiene otros ingredientes, lo que sí
es que este combustible les dura horas y horas, días y días, meses, y cuando se
les acaba llegan a un paro profundo, una cama fría y se cubren con capas y
capas de cobijas y cada cobija es una injusticia contra la que lucharon y
contra la que no pudieron y estas cobijas pesan y no se pueden mover porque
entienden que el frío viene de adentro. Están ahí, aislados, apagados hasta que
el tanque se llena lentamente, también desde adentro y vuelven a salir de bajo
sus cobijas y los volvemos a ver radiantes, marchando a la punta, iniciando la
consigna desde alguna esquina, hablando, organizando. Los vemos en acción y
entendemos, rápido y tristemente, que ese combustible no nos tocó y que somos
esos que pasan los vasos de agua en el público al costado de la maratón, esos
que repiten la consigna, mal al principio y luego con más y más fuerza, hasta
que se logra el estruendo que necesitamos para que algún día cambien las cosas.pásen a ver la chamba si gustan UCSD Community and Labor Project
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