Té (mi primer libro de cuento) ahí les va un sip
Ril Editores España
Agradecimientos a RIL editores España y en especial a Paco Najarro por dejar el libro así de lindo.
Mi primer libro de cuento ya pronto en librerías.
ESPÉRAME
En esta ciudad lo esperó 36 años. ¿Se da usted cuenta
cuánto tiempo es eso? 36 años. ¿Tiene usted idea? Yo ni siquiera los he
vivido. Cómo se atreve a venir ahora. Se lo voy a contar como lo viví porque
no tengo otra forma de contárselo y porque por lo menos volvió y eso me hace
querer más a mi padre, respetar su fe y odiarlo un poco más a usted, si se
hubiera muerto por lo menos tendría excusa. Yo tenía 13 cuando llegaron a la
casa dos amigos de él con la noticia. No recuerdo cómo se llamaban, pero eran
los mismos que casi siempre lo traían borracho. Escuché las llantas del
pickup removiendo la grava frente a la casa. La jefa se levantó de la mesa y
se puso a lavar los trastes. Nunca se portó tan amable con ellos: le sirvió
café a uno y té al otro. Para cuando dieron el último trago, ella ya sabía
que la avioneta se había caído. Tanto la jefita como ellos evadían el tema y
le daban vuelta tras vuelta a la conversación, de la misma forma como yo
siempre imaginé la avioneta de mi padre cayendo al Pacífico. Se fueron
calladitos. No recuerdo escuchar ni la graba en su retirada. La jefita repitió
su nombre en voz baja y de ese día en adelante se refirió a él como “tu
padre”.
Una vez los vi besarse y justamente fue ahí, a un lado de
la estufa. Él lo esperó toda su vida. La jefita me dijo el día que murió mi
padre: Jimmy, estamos solos, pero por lo menos ya sabemos que estamos completos
y que no esperamos a nadie. Él se dedicaba a arreglar los telégrafos. Eso
seguramente lo sabe, las mismas gentes que le hablaron de mí le han de haber
dicho el resto de su vida. La avioneta en que viajaba a Isla de Cedros se
calló de vieja. Yo pensaba que un día llegaría con las barbas largas y los
pantalones todos jodidos, como en las películas de náufragos, pero eso me duró
pocos años, después me hice a la idea. Él, él sí lo esperó a usted toda
la vida. Seguramente esperaba que llegara con una Ford 350 jalando una lancha,
desde algún estado no muy lejano con algún medio hermano y un chingo de
billetes. Recuerdo que me habló de usted un par de veces. Va a volver mijo, tu
abuelo va a volver. Ese pinche país mastica, pero no traga. Te va a traer
muchos regalos, Jimmy. Yo la verdad no entiendo cómo no perdió las
esperanzas en usted después de tanto tiempo. A quién chingados se le ocurre
dejar en medio cerro a un niño de 7 años. No me diga, al fin y al cabo no me importa. Al que le
importaba se murió hace mucho.
Julián intentó darle explicaciones, pero su nieto lo
interrumpió de nuevo. ¿Por qué cree que lo cité en este bar de jodidos?
Aquí creció su hijo, aquí le ayudaron a que se hiciera hombre. El patrón
que murió hace un chingo, hasta para agradecerle a él llegó usted tarde, le
dio trabajo y lo dejó quedarse a dormir en la bodega. Cómo chingados no,
cualquiera lo hubiera hecho, llega a tu bar un chamaco de 7 años chillando
porque su padre lo dejó en el cerro, ¿no cree usted que cualquiera hubiera
hecho lo mismo? Su patrón lo mandó a la escuela y por las tardes él limpiaba
el bar hasta que un cliente le dio trabajo, o más bien le enseñó a trabajar.
Era chingón mi jefe para armar y desarmar chingaderas, era paciente,
metódico. Para que lo sepa, mi jefe era un pinche genio que hubiera podido
hacer mucho más. ¿A que usted no sabía que mi padre se llamaba Ramón? Usted
lo dejó como Julián y aquí le consiguieron papeles para que pudiera estudiar
y de ahí en adelante se llamó Ramón, y nació en Nayarit, no en Colima como
usted piensa. Qué chingados hago yo dándole a usted un pinche informe de la
vida de mi padre, como si le importara, como si le hubiera importado.
Julián buscó la forma de decirle a su nieto que había
pasado 40 años en la cárcel, por asesinato involuntario de un migra. Que
cuando le dijo a su hijo que lo esperara se adelantó para ver que fuera seguro
y ahí lo agarraron. Que cuando el migra escuchó ruidos avanzó pistola en
mano hacia donde estaba Juliancito. Que con una piedra le reventó la nuca.
Cómo le decía a su nieto que no había pasado un día en 45 años que no se
preguntara por su hijo. Que había pasado los últimos 5 en Tijuana preguntando
por un niño de 7 años de nombre Julián que apareció por aquí en el
invierno del 61. Cómo le dice a su nieto que es igualito al Julián que
imaginaba por las noches, cuando los fantasmas no le permitían dormir.
Sonrió. Con qué pinche cara se ríe viejo de mierda, con qué puta
cara viene usted a buscar algo que perdió por pendejo o por culero. Jimmy le
escupió a la cara, agarró su chamarra y salió al frío de la calle. Julián
se limpió con una servilleta y pensó que por fin lo había encontrado.
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