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Los miserables ganamos el tercer lugar del torneo del gimnasio olimpicos de aquí de la colonia libertad. El sábado fuimos por los trofeos, el del torneo pasado, un segundo lugar muy mal ganado y este tercero. Nos rifamos los trofeos en un disparejo, bueno yo no, porque yo tengo el de hace 3 torneos, que fue de segundo lugar, chale cuando quedaremos en primero. El Meño se llevó el de 3 lugar y el Brian el de segundo. Los dos ganaron con las dos monedas de a peso que les presté, el único capital con el que contaba. El Laguana se fue con las manos vacías y enojado. Yo me regresé bien pedo del party de premiación. Me puse a jugar baraja con el Meño y el Tabor, después llegó mi hermana, poco a poco mi fortuna iba decreciendo y en un ataque de prosperidad aposté todo mi capital con un par y la confianza de que mi seguridad intimidaría. El par era de 2 el dos rojito de diamantes y el dos negrito de tréboles, o era el de espadas, no lo recuerdo bien, el caso es que perdí toda mi ficticia fortuna apostando a un par de dos, suena redundante, si, lo admito, suena tonto pero también suena increíblemente romántico y desesperado. El caso es que perdí y me fui a tirar al sofá, bien pedo, riéndome como loco. Amanecí crudo y con dos pesos, las dos monedas de la suerte.
Los miserables ganamos el tercer lugar del torneo del gimnasio olimpicos de aquí de la colonia libertad. El sábado fuimos por los trofeos, el del torneo pasado, un segundo lugar muy mal ganado y este tercero. Nos rifamos los trofeos en un disparejo, bueno yo no, porque yo tengo el de hace 3 torneos, que fue de segundo lugar, chale cuando quedaremos en primero. El Meño se llevó el de 3 lugar y el Brian el de segundo. Los dos ganaron con las dos monedas de a peso que les presté, el único capital con el que contaba. El Laguana se fue con las manos vacías y enojado. Yo me regresé bien pedo del party de premiación. Me puse a jugar baraja con el Meño y el Tabor, después llegó mi hermana, poco a poco mi fortuna iba decreciendo y en un ataque de prosperidad aposté todo mi capital con un par y la confianza de que mi seguridad intimidaría. El par era de 2 el dos rojito de diamantes y el dos negrito de tréboles, o era el de espadas, no lo recuerdo bien, el caso es que perdí toda mi ficticia fortuna apostando a un par de dos, suena redundante, si, lo admito, suena tonto pero también suena increíblemente romántico y desesperado. El caso es que perdí y me fui a tirar al sofá, bien pedo, riéndome como loco. Amanecí crudo y con dos pesos, las dos monedas de la suerte.
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