El sol ya está más allá de la vía del tren, lo que indica que el horizonte se lo tragó, lo que indica que no hay luz suficiente.
Son las 7:50 horario de verano. La luz deja ver todo como si la lluvia se acercara. Hay algunos lilas en las nubes, un par de sillas en el patio, un gato camikase que se lanza del techo a la casa vecina. Yo traigo una tecate de bote y la cara quemada por la soldadura, dos piquetes de pulgas, uno en el tobillo y otro en el brazo. Hoy el Laguana dijo que somos privilegiados, cómo está eso carnal, le pregunté mientras cargábamos un portón hecho con puro sólido de media. Pues si carnal, voltea pa arriba. Lo hice y miré un sol que se escondía tras una nube oscura como si se hubiera formado con el humo de mi maquina de soldar. Había una bugambilia anaranjada en la barda donde instalamos. Había un perro chau chau que parece oso y se llama oso. Había dos mickey’s cuarentonas en una cubetita con hielo, era la casa de mi tía Sanjuana y podíamos pistear mientras chambiábamos, había una cicatriz desde la femoral hasta el pecho causada por el colesterol y presumida por mi tía con un vestido floreado con botones al frente, hacía calor pero el sol estaba escondido. Son las 8 con 2 ya no hay tanta luz, ya no puedo tomar fotos de un horizonte al que no le importamos mucho. Puedo escribir, puedo dar un trago a la tecate y ver lo atardecido.
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