Textos leidos en la feria del libro, no hoy porque ya es viernes, hace rato que fue jueves.
Función estelar
Paseo un segundo, a oscuras, por la casa
vestido de gala con boleto en mano
sigo los pasos de mi memoria ciega
acaricio las paredes por si falla
Evito los cuadros y retratos de familia
me siento en la silla huérfana a escuchar tu primera llamada
reviso el boleto: asiento asignado
el único en este teatro clandestino
Se abre el telón de un sol de octubre
filtrado a la ventana por entre los árboles.
Aquí adentro en este teatro
comienzan a bailar en el aire:
pelusa de cobija,
pelos de gato,
el polvo que se almacena en tus retratos y los libros
Todos iluminados por luz de la ventana
al centro de este escenario vítreo
Flotan y giran en la sala ante la poca corriente de aire
la expectación del público
Yo contemplo desde la tribuna
listo para aplaudir cuando el telón se cierre
Pero me contengo;
no sea que vuelvas, justo ahora
me encuentres sentado en una silla
al centro de una sala vacía
aplaudiendo a la nada
Y sí, esperándote.
..............................................
avena
El cerebro es sencillo: un buró de cajones apolillados
Sobre él:
una cámara, dos libros abiertos,
un recetario y una lista de olores.
Cajón, lleno de residuos de polilla, para la memoria carcomida.
Hoja seca y porosa que deja pasar alguna imagen.
Como ejercicio: recordar tus lentes sobre el buró
(Justo abría una bolsita de galletas de avena con los dientes
cuando te vi por esta calle; tu color de algunas hojas otoñales
y el sonido de cuando se rompen)
Filmar la fragilidad de la estación,
el grano de película reventado hasta los poros.
Desde entonces oler la avena es recordarte
(Ese día, tu caminar a prisa por la calle me recordó la gota
resbalando por el parabrisas. También el frío)
Olvidaste cerrar el buró
al irte, de igual forma: como gota entre la gente.
Ahora apelo a meter la mano en los cajones
jugar con tu recuerdo:
hojuelas de avena en costales abiertos.
Función estelar
Paseo un segundo, a oscuras, por la casa
vestido de gala con boleto en mano
sigo los pasos de mi memoria ciega
acaricio las paredes por si falla
Evito los cuadros y retratos de familia
me siento en la silla huérfana a escuchar tu primera llamada
reviso el boleto: asiento asignado
el único en este teatro clandestino
Se abre el telón de un sol de octubre
filtrado a la ventana por entre los árboles.
Aquí adentro en este teatro
comienzan a bailar en el aire:
pelusa de cobija,
pelos de gato,
el polvo que se almacena en tus retratos y los libros
Todos iluminados por luz de la ventana
al centro de este escenario vítreo
Flotan y giran en la sala ante la poca corriente de aire
la expectación del público
Yo contemplo desde la tribuna
listo para aplaudir cuando el telón se cierre
Pero me contengo;
no sea que vuelvas, justo ahora
me encuentres sentado en una silla
al centro de una sala vacía
aplaudiendo a la nada
Y sí, esperándote.
..............................................
avena
El cerebro es sencillo: un buró de cajones apolillados
Sobre él:
una cámara, dos libros abiertos,
un recetario y una lista de olores.
Cajón, lleno de residuos de polilla, para la memoria carcomida.
Hoja seca y porosa que deja pasar alguna imagen.
Como ejercicio: recordar tus lentes sobre el buró
(Justo abría una bolsita de galletas de avena con los dientes
cuando te vi por esta calle; tu color de algunas hojas otoñales
y el sonido de cuando se rompen)
Filmar la fragilidad de la estación,
el grano de película reventado hasta los poros.
Desde entonces oler la avena es recordarte
(Ese día, tu caminar a prisa por la calle me recordó la gota
resbalando por el parabrisas. También el frío)
Olvidaste cerrar el buró
al irte, de igual forma: como gota entre la gente.
Ahora apelo a meter la mano en los cajones
jugar con tu recuerdo:
hojuelas de avena en costales abiertos.
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