A mi me gustaba el rock pero más Isabel.
Isabel tenía un diminuto vestido plateado y lindas piernas flacas. Era una marciana de película de los 60 perdida en un concierto de la cuca.
Yo traía mi camiseta del che y mi chamarra bomber negra.
Me acerqué a platicar con ella
me tomó de la mano: si bailamos-esta, me quedo contigo todo el tokín pero tienes que acompañarme hasta que pasen por mí.
Esperamos afuera y se llevó mi chamarra.
Ella tenía el pelo corto y rapado de la nuca, aretes en la parte superior de su oreja.
Yo el pelo largo, aretes no porque me regañaban en la casa
Ella me dio un beso mientras la cuca tocaba la calmadita
Yo no sabía besar pero para cuando llegaron por ella ya tenía las bases bien establecidas.
Ella odiaba a su papá porque nunca la dejaba ir a los conciertos.
Yo estaba en todos los conciertos
Ella traía una bolsa llena de dulces, maquillaje y un sacacejas.
A mi se me querían salir de las bolsas los monitos robados de las maquetas de mexitlan
Isabel vivía en los Álamos. La primera vez que la visité, miré un león de cemento junto a la puerta de entrada al patio. Lo contemplé por 20 minutos antes de que Isabel saliera.
El león tenia la mano levantada como invitándome a bailar. Y baile.
Isabel no me quería pero se metía entre mis brazos, yo apoyaba mi mentón en su mollera, increíblemente blanda.
Isabel lloraba: su padre era muy culero.
Yo le secaba las lágrimas con la tela rasposa de las muñecas de mi bomber jacket negra.
Yo también lloraba y ella pasaba por mis mejillas el poliéster de su blusa floreada
La segunda vez que la visité, el león me invitó a bailar de nuevo.
Salió el papá de Isabel y me corrió gentilmente.
Y bailé.
Nunca la visité de Nuevo.
La llamé a su casa y su madre me prohibió llamar.
Y dejé de llamar.
Nunca la volví a ver.
Ahora escucho a la cuca y me acuerdo de una puerta cerrada
Un papá culero
Unos diminutos ciudadanos mexicanos ahogándose en mi bolsillo
Una nuca rasposa al tacto y una mollera blanda.
Mi camiseta del che que me robaron del tendedero
Las lágrimas de Isabel
El saber que no me quería, por que no hubo tiempo
Me acuerdo de un león invitándome a bailar.
Y bailo.
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