Ayer fui a misa a preguntarme cosas.
Muchos blogeros afuera, mucha gente conocida, otros solo de vista en algunas fiestas y la familia de ella.
Una de esas misas de luto, esas misas que imagino son la razón por la cual se inventaron las misas y seguramente las religiones enteras. Para despedir. Para preguntarse.
en este caso la despedida era emputadamente inesperada.
A ella la conocí en una fiesta,
después la conocí en el turístico,
después en otra fiesta,
después de nuevo en el turístico.
Nunca la conocí.
Yo dudaba en saludarla, nos mirábamos entre todos los asistentes,
los que siempre son los mismos
y seguíamos platicando con los mismos que platicamos siempre.
Sonreía poco para mi gusto y examinaba a la gente mientras, sentada en alguna mesa del turis, tomaba. Yo, si la miraba haciendo esto, es porque seguramente hacia lo mismo.
El tambor la conoció bien, (si es que se puede conocer a alguien bien) una sola vez, alguien se la presentó y como saben todos lo...