Soñaba que era una especie de mago-payaso al que le hablaba el dueño del circo para hablar en su carpa-oficina. El dueño me decía que era la última función, que había vendido el circo. Me preguntó por ti, a ella no supe como venderla, me dijo. ¿qué es ella exactamente? me preguntó y no pude contestar. Bueno, de cualquier forma ella también está en la venta. Tú desde mañana serás también domador de leones, me dijo por último mientras yo salía quitando las lonas-puertas de mi camino con evidente desesperanza.
¿Qué es ella exactamente? Me repetía la pregunta enojado, me era imposible comprender que el dueño del circo no entendiera a la escapista. Entré a la arena y la función estaba llena, tú estabas amarrada a una plataforma de madera circular que giraba. Me paré frente a ti, un enano te puso a girar como si quisiera marearme. Saqué los cuchillos y lancé el primer, se enterró entre tus piernas. lancé el segundo y pegó donde debería estar tu corazón pero tú ya no estabas. El publico comenzó a aplaudir, la carpa multiplicaba los aplausos, estos aumentaban. Tú no estabas amarrada a la plataforma y de haberlo estado te hubiera matado. El publico aplaudía mas recio, más aplausos y más aplausos que se sucedían a un ritmo tan vertiginoso que me despertó el golpear de las gotas sobre mi techo de madera, mi tragaluz y mi ventana.
Son las 3 y 30 y me despertó la lluvia que en mi sueño eran aplausos.
Y pensar que desde mañana mi trabajo también consistirá en meter mi cabeza a la boca del león.
¿Qué es ella exactamente? Me repetía la pregunta enojado, me era imposible comprender que el dueño del circo no entendiera a la escapista. Entré a la arena y la función estaba llena, tú estabas amarrada a una plataforma de madera circular que giraba. Me paré frente a ti, un enano te puso a girar como si quisiera marearme. Saqué los cuchillos y lancé el primer, se enterró entre tus piernas. lancé el segundo y pegó donde debería estar tu corazón pero tú ya no estabas. El publico comenzó a aplaudir, la carpa multiplicaba los aplausos, estos aumentaban. Tú no estabas amarrada a la plataforma y de haberlo estado te hubiera matado. El publico aplaudía mas recio, más aplausos y más aplausos que se sucedían a un ritmo tan vertiginoso que me despertó el golpear de las gotas sobre mi techo de madera, mi tragaluz y mi ventana.
Son las 3 y 30 y me despertó la lluvia que en mi sueño eran aplausos.
Y pensar que desde mañana mi trabajo también consistirá en meter mi cabeza a la boca del león.
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