Tijuana no se enciende por completo. Son las 5 con 10 minutos y la luz de un día de pocas cenizas, residuos del incendio de la ciudad vecina, mancha en lo violeta.
En la ciudad que miro, una docena de luces de alumbrado público se enciende.
Es curioso que con esas luces recuerde lo que se me queda; el recuerdo del alumbrado de tu calle.
Lo recuerdo o lo invento.
Sé por ejemplo que:
Algún papalote, por lo menos una vez, se atoró en sus cables.
El poste de tu calle hizo propaganda política por lo menos a 3 partidos al mismo tiempo en 15 campañas distintas.
El mismo poste fue manchado por un perro que se talló el aceite caliente vertido en él por algún vecino.
Entra luz por el parabrisas, corta tu cara iluminando tu torso, olvidándose de tus piernas escondidas bajo el tablero. De una bocina del mismo se escucha a una muchacha triste cantar una canción un poco alegre.
Deseaste que la luz de ese farol no se encendiera para apostarle al sol los últimos minutos de...